"JACK EL DESTRIPADOR"
Estaba prohibido dormir en la calle, la policía te detenía por lo que se denomina “delito de vagancia”, por eso se decía que los habitantes de Whitechapel eran como fantasmas porque deambulaban por las noches para no dormirse y no ser detenidos por la polícía.
Su primera víctima fué el 31 de agosto de 1888, Polly Nichols, era una mujer alcohólica y esa noche la echaron de la pensión donde dormía porque no tenía dinero para pagarla. Entonces, como ya había tenido que hacer en anteriores ocasiones, salió a prostituirse para poder pagarse una cama. Al día siguiente un cartero encuentra su cuerpo tirado en la calle, le habían degollado y estaba abierta en canal.
Una semana más tarde, una segunda mujer apareció muerta de manera más cruel. Es Annie Chapman, no tenía ingresos y recurría a la prostitución para poder pagar una pensión para dormir. Le habían mutilado brutalmente, tenía los intestinos colocados sobre los hombros y el asesino le extirpó el útero y se lo llevó. En este caso, hubo una testigo que afirmó haberla visto hablando con un hombre, aparentemente extranjero, que le hizo una proposición y ella aceptó, marchándose con él en la oscuridad. La policía sospechaba de hombres que trabajan en charcuterías y carnicerías mayoritariamente y se produjeron algunas detenciones pero sin sentido.
A finales de septiembre llega una carta a la Agencia de Noticias que dice así:
“No dejo de oír que la policía me ha atrapado, pero aún no me ha pillado, en mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la policía para divertirme”.
Att. Jack el Destripador
A los tres días de la carta, el 30 de septiembre, el asesino vuelve a actuar en lo denominado como la noche del doble crimen, mata a dos mujeres en una hora. Un carretillero encuentra el cuerpo de Elizabeth Stride, sólamente está degollado y tenía una bufanda alrededor del cuello (se entiende que alguien le debió de interrumpir y no pudo terminar).
A los cuarenta y cinco minutos, un policía que está patrullando, se tropieza con el cadáver de Catherine Eddowes, una mujer que, al igual que las otras, trabajaba como prostituta. En este caso, el asesino dió un paso más, tenía los ojos cortados, le faltaba la punta de la nariz y un cacho de oreja, le había abierto en canal y le extirpó el útero y, además, el riñón izquierdo.
Siguen recibiendo cartas hasta que el jefe del cuerpo de policía recibe un paquete con medio riñón izquierdo y una carta que se titula “Desde el infierno” que dice así:
“Señor, os envío la mitad del riñón que tomé a una mujer, lo preserve para usted. La otra pieza la freí y me la comí, fue muy agradable, quizás os envíe el ensangrentado cuchillo que le saque si sólo guardáis un poco más” . Fdo. Atraparme si podéis
Durante el mes de octubre no sucede ningún asesinato, pero en noviembre una joven de 25 años, Mary Jane Kelly, que ejercia la prostitución pero no en la calle sino que tenía su propia habitación, fue encontrada muerta en su interior por el hombre que fue a cobrarle la renta. La habitación estaba llena de sangre, sus intestinos estaban esparcidos por toda la habitación, sus pechos estaban cortados sobre la cama, le había acuchillado la cara y le sacó el corazón. (El corazón no lo encontraron nunca).
A partir de esta última víctima, no hubo ninguna más. Hoy en día sigue sin conocerse quién es el autor de los crímenes. Había muchas teorías y algunos sospechosos pero, acabaron suicidándose o en algún manicomio e incluso se decía que pudo haberse montado en un barco y huir a otro lugar. Muchas de las personas que fueron interrogadas en la época hablaban de un hombre alto de apariencia extranjera que llevaba una especie de gorra y un maletín. (Está lejos de la imagen de Jack que tenemos hoy en día con sombrero de copa…).
Dicen que el nombre de “Jack el Destripador” fue un nombre inventado por un jefe de prensa que hizo la carta para darle mediatización a los casos. Sin embargo, respecto a las otras cartas no se sabe su procedencia, el paquete lo pudo mandar algún alumno de medicina que tenía acceso a órganos y lo hacía para bromear. La falta de pruebas concluyentes y las contradicciones en los testimonios han convertido este caso en uno de los enigmas más perdurables de la criminología. Hoy en día, Jack el Destripador sigue siendo un símbolo del misterio y el horror, un recordatorio de que, a veces, los peores monstruos se esconden en las sombras de la historia.
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