"EL CARNICERO DE MILWAUKEE"




En la tranquila ciudad de Milwaukee, Wisconsin, se ocultaba una oscuridad insondable. Entre 1978 y 1991, Jeffrey Dahmer, conocido como el "Caníbal de Milwaukee", cometió una serie de asesinatos que dejaron una marca imborrable en la historia criminal de Estados Unidos. Durante más de una década, asesinó, desmembró y, en ocasiones, practicó necrofilia y canibalismo con al menos 17 hombres y adolescentes, muchos de ellos afroamericanos y miembros de comunidades marginadas.

Creció en un entorno familiar disfuncional que hizo que se volviera introvertido y comenzara a aislarse del mundo exterior. Su interés por los animales, que inicialmente era una afición inocente, tomó un giro oscuro. Comenzó a recolectar animales muertos que encontraba en las carreteras de Ohio, llevándolos a su casa para diseccionarlos y estudiarlos. A medida que crecía, las señales de alarma se hicieron más evidentes. En la escuela secundaria, fue objeto de burlas y aislamiento social. Su consumo de alcohol comenzó a una edad temprana y, además, empezó a desarrollar fantasías sexuales que combinaban el deseo con la violencia, una mezcla que marcaría el inicio de su descenso hacia la oscuridad.

      Cuando tenía apenas 14 años, pensó hacer realidad una de las fantasías que le rondaba por la cabeza desde hacía tiempo y era la hora de hacerla realidad. Cogió un bate y espero detrás de un árbol a que un hombre, que solía correr por  la zona, pasará corriendo para golpearle y tumbarse junto a él, pero ese día aquel hombre, afortunadamente, no pasó por allí.

“Pasaron tres años hasta que un hombre le ofreció sexo en una biblioteca, y confesó que eso despertó su necesidad de tener a un hombre sumiso a su lado, por lo que robó un maniquí masculino de una tienda, lo guardo en el armario y, de vez en cuando, lo sacaba para eyacular sobre el.

No tardo en localizar otra presa, vio a un joven junto a un parada de autobús, James, de 14 años, le ofreció dinero a cambio de mantener sexo. Lo llevo a casa de su abuela y mientras ella dormía, mantuvieron relaciones sexuales, le drogo y lo mato. Escondió el cadáver en el sótano durante una semana y practico sexo con el cuerpo. Cuando empezó a descomponerse y el olor se intensificó, lo descuartizó para deshacerse de el con mayor facilidad.

Fue en 1978 cuando recogió a un autoestopista, Steven Hicks, de 19 años, y le invitó a su casa. Allí bebieron cerveza y estuvieron un par de horas juntos. Cuando el chico quiso marcharse se lo impidió golpeándole con una barra de pesas en la cabeza, le estranguló con ella y acabó con su vida. Después cogió un cuchillo, lo descuartizó y lo enterró en el jardín de su casa. Varias semanas después lo desenterró, separó la carne de los huesos y la disolvió en ácido, guardo los huesos, los machacó con un mazo y los fue esparciendo entre la maleza oculta detrás de la casa. 


Con la vuelta de su padre a casa, le obligó a que fuera a la universidad. Eso no cambió nada, Jeff estaba todo el día borracho, suspendía todo y acabó volviendo a casa, lo que llevo a que se alistara en el ejército donde fue paramédico militar y obtuvo conocimientos en anatomía del cuerpo humano. Lo acaban despidiendo de la mili por ser alcohólico y regresó a una ciudad cerca de Milwaukee, a vivir con su abuela. 


Por las noches rondaba lugares de ambiente homosexual. Encontraba a sus víctimas, en saunas, allí suministraba somníferos en la bebida y cuando se quedaban inconscientes se tumbaba a su lado y escuchaba los sonidos que emitía su cuerpo (las tripas, el corazón). Sin embargo, uno de esos hombres sufrió una sobredosis, lo que hizo que acudieron los servicios de emergencia y los propietarios de la sauna le prohibieron la entrada. 


“Con 23 años, era cliente habitual de las discotecas y clubs de ambiente de Milwaukee, lo que se acabaría convirtiendo en su coto de caza donde escogía a víctimas aprovechándose de su situación de vulnerabilidad”. 


En 1987, conoció a un joven llamado Steven Toumi, al que llevó a un hotel. Le echó somníferos en la bebida y, según él, cuando se despertó al día siguiente vio que estaba muerto, que tenía numerosos golpes (comprendió que tuvo que haber sido él) y compró una maleta para trasladar el cuerpo a su casa y descuartizarlo. Después de este segundo asesinato, cogió confianza y continuó desarrollando fantasías aún más perturbadoras


Dos meses después conoció a Richard Guerrero en un bar, como hacía habitualmente, le drogó y lo estranguló. Pasó varias horas junto al cadáver, hasta que lo descuartizó y tiró sus restos a la basura, en este caso hubo una peculiaridad, se quedó con el cráneo antes de pulverizarlo. Este será el primer "trofeo de muchos que encontrará la policía más adelante.

Con todas las conductas extrañas de su nieto y el olor nauseabundo que emanaba del sótano, la abuela de Jeffrey acabó echándole de casa. Alquiló un piso en un barrio del oeste de Milwaukee, y un día, se acercó a un niño de 13 años y lo convenció para que fuera a su casa, pero el niño se asustó y salió corriendo, lo denunció y fue detenido.


Fue condenado un año por agresión sexual en tercer grado, podía salir para trabajar pero tenia que pasar la noche en prisión pero antes de que se hiciera efectiva la sentencia, cometió otro crimen, Anthony Sears. Lo conoció en un club de ambiente, lo asesinó y guardó su cabeza junto a los genitales momificados en la taquilla de la fábrica de chocolate en la que trabajaba


Al salir de prisión se mudo a un piso de alquiler en los apartamentos Oxford, una zona de alta criminalidad y en la que cometería el asesinato de doce chicos más. Uno de ellos, Konerak, de 14 años, estuvo a punto de escapar. Esa noche Jeffrey salió del apartamento en busca de bebida mientras que el chico dormía, sin embargo, el joven se despierta golpeado y desorientado, ve que esta desnudo y, aterrado, sale del piso donde una vecina le ve y avisa inmediatamente a la policía. Justo en el momento que llega la policía, Dahmer aparece y les miente diciendo que es su amante, que está borracho y que lo llevaría de vuelta a casa. Ante las preguntas de los agentes, les cuenta que habían discutido y les conduce al interior del piso. Allí les muestra unas fotos que le había sacado previamente, y sin darse cuenta que se trataba de un menor de edad, y a pesar del olor que desprendía el habitáculo, se marcharon, y fue en ese momento cuando Jeffrey acabó con la vida de Konerak.


Cada vez acumulaba más y más cadáveres por lo que decidió comprar un bidón de 215 litros y lo llenó con un ácido para disolver los cuerpos. Después de varias semanas, los restos humanos se convirtieron en lodo, los tiró por el retrete y por el desagüe de la bañera. Separó los huesos de la piel y los dejó en la cocina. Un olor repugnante invadió todo el edificio y empezó a llamar la atención de los vecinos. Su última víctima, Tracy, consiguió escapar del piso de Dahmer y parar una patrulla. Cuando la policía se presentó en el piso, encontraron una polaroid con fotos de sus crímenes. Pero lo más escalofriante son los restos humanos tenía en el interior de la nevera y el congelador. 


 En el piso hallaron el bidón que contenía los torsos de tres hombres y unas ollas de metal con manos y genitales momificados. Tenía cinco cráneos y diversos objetos, tales como cuchillos, sierras y martillos, así como fotos detallando los procesos de desmembración de los cuerpos de sus víctimas. En el interior de otro de los cajones, encontraron un esqueleto completo con los huesos limpiados con cloro junto con un cuero cabelludo disecado. Los agentes, estupefactos, procedieron a su detención.

Durante el juicio, la defensa intentó alegar enajenación mental pero el jurado lo declaró legalmente sano y acabó siendo condenado por el asesinato de 16 hombres a quince cadenas perpetuas. Durante el juicio, admitió que a algunas de sus víctimas, les hacía un agujero en la cabeza utilizando un taladro para inyectarles ácido. De esa manera, quería hacer que su víctima se volvía totalmente sumisa, pero que esos “zombies” no sobrevivieran más de un día, por ello, llegó incluso a practicar el canibalismo y devoró los bíceps de una de sus víctimas. Señaló que se masturbaba ante los trozos humanos y las calaveras de aquellos a quienes no quería perder.


Dahmer fue atacado por su compañero de prisión, Christopher Scarver, quien le propinó una cantidad ingente de golpes con una barra de gimnasio que acabaron con su vida. En una de sus entrevistas antes de fallecer afirmó lo siguiente:


“Sentía que eran una parte permanente de mí, además tenía curiosidad por saber cómo sería…

comérmelos me produce placer sexual.. ”


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